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El croar de la rana



Recuerdo ese cielo de lágrimas 
que dibujaba ondas sobre el lago
agitando el agua, ese espejo raro.                             
Ayudaban a cubrir el sufrimiento
que recorría el cuerpo entero.
Ese era mi final
era mi muerte sin remedio.
Acurrucado en una piedra
intentaba ahogar el dolor bajo la lluvia
la cual acariciaba mi piel
mientras el croar de una rana
conseguía hacerme entrar en sueño
-mi último gozo fue aquello-
alejándome de todos
y de toda realidad.
Era mi calma mientras la fuerza
al igual que la edad
se extinguía poco a poco.
Ahí estaba sobre la piedra
dando un triste final
frente a mi adversario
¿Será que la vida de un valiente se mide por cómo muere?
¿Será que se merece según a las personas que hieres?
Una vez la herida está abierta
el sangrado nunca se detiene.
Pero lo importante es la voluntad
y el coraje para nunca rendirse
¿La vida no se trata de eso?
¿De aguantar con firmeza sin salir ileso?
¿De cargar cicatrices que te tienen preso?
Estaba cayendo en estas aguas
por cumplir esa promesa
-final con poca belleza-
la de nunca retirar mis palabras
ni dar paso atrás
recibiendo a la muerte y su apetito voraz.
No vean esto como una perdida
sino que como una apertura
una oportunidad para la aventura
de adentrarse a ciegas
hacia aguas oscuras.
En  las profundidades de este lago
yace mi cuerpo acabado
y sin vida.
En definitiva
ya sin gozo
la rana en el fondo del pozo
se va a la deriva
encontrando la salida
hacia el gran océano y sus olas queridas.

El Chirigüe

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